Lo mismo que tu cuerpo,
Me gustaba caminar las calles con los ojos cerrados.
Y entonces inhalaba con violencia
la violencia del viento invernal
hasta reventárseme el diafragma
y se abría un agujero negro de pulmón a pulmón…
así es como yo respiro.
Me recuesto en las esquinas del camino,
en las calles solas,
a contar estrellas y pervertir constelaciones,
lo mismo que en tu cuerpo
(¿has visto a la osa polar desmembrando
estrellas fugaces?
esto, ocurre cada luna nueva en tu espalda.)
Luego amanece y la policía me sorprende
en busca de palabras trasculcando los bolsillos el cadáver de la aurora.
Como fue en busca de palabras que emprendí ese viaje al anzuelo
y di un paso al frente cuando el amor, tus labios mediante,
bienvenido al cadalso, masculló en mi oído.
y como siempre todo terminó en sonrisas y adioses
“nos tomamos un café después” me dijo la muchacha
que con la mano izquierda agitaba un pañuelo blindado
y con la derecha un saco repleto de buenas razones.
Yo me quedé soplando un cigarro mojado
con el triste consuelo de que un adiós a tiempo
muy bien podría ser la más alta prueba de amor de un desalmado,
en fin, con o sin razón:
malabares de los palacranes
de mi corazón.
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